viernes, 15 de abril de 2011

Abierto de domingo a domingo.


Va un clishé: -falta poco para el fin de semana, alegrate-.
Y me dentengo hoy a pensarlo: ¿es cierto que debería alegrarme estadísticamente los miércoles pasadas las 5-6 de la tarde porque me "estoy acercando" al sábado y al domingo? Y no se si es lógicamente cierto, pero sensiblemente lo es, así lo hago, lo hacemos la mayoría de nosotros: el viernes tengo cierta actitud "positiva" (!) porque -ya llegó-.

Pateo el tablero señores. Porque la lógica y mis sentidos debieran ir por el mismo camino, el de mis sentidos, que es el que más me gusta. Pero el de mis sentidos verdaderos más sensibles, y no los del sentido común, que es social e instituido, aburrido, prefabricado, tirano, represor de mi imaginación... de la capacidad de sentir de mi cuerpo propio. Mío.

Por eso digo: -han de gustadme todos los días de la semana-. Porque en todos ellos respiro, vivo y siento. Porque el martes pasado aprendí a cocinar sopa de verduras, porque el miércoles cuando iba a trabajar el aire era intenso y me abrazaba con liviano y rico olor a humedad mientras iba al subte (y me sentí en un videoclip de los 80s), porque el jueves me desperté a las 4 de la mañana con las patitas de mi gato acariciándome la frente, porque el viernes nos reímos con Vicky toda la tarde, porque el sábado me desperté tarde y pegué esa rejilla que tanto me molestaba (chau cucarachas), porque el domingo mi hermana me hizo sentir especial y mi papá lloró de risa (inédito), porque el lunes, yendo a la facu, me puse los auriculares y dormi un ratito mientras el vagón me amacaba. Porque cuando volvía las luces sobre callao me alucinaron. Porque vi a los viejos en La Continental y morí de amor.
Porque no quiero vivir esperando el sábado y el domingo, señor locutor de radio. Quiero vivir hoy, miércoles o jueves, y si es LUNES Mejor! Porque todos los días tienen algo de "sabado" ó "domingo", si eso quiere decir fantasía o libertad. Hay tiempo distinto. Distinto y especial. Distinto bien, distinto mal. Distinto al fin.

Mío.

jueves, 14 de abril de 2011

Esto algún día iba a pasar.

Dicen que lo esencial es invisible a los ojos.
Y a veces nuestra esencia es invisible a nuestros propios ojos. Podemos volvernos ciegos de nosotros mismos... y qué nos queda?
Nada. Un cuerpo que se mueve en el espacio buscando quién era alguna vez. O quién quisiera ser.

Mis lentes de contacto terminaron en la basura. La cebolla me hace llorar y el sol del mediodía me hace pestañear mucho. Hace 10 años no sentía eso.
-¿Qué querrás empezar a ver mejor?, me preguntaron.

Me quedé pensando. Me acordé de mi blog y de lo feliz que soy cuando escribo.
-Quiero volver a verme-, pensé.

Y acá estoy.
Creo que me vendría bien una cómoda silla para mi escritorio...

Aldana L.